El autismo es un trastorno del desarrollo que aparece típicamente en los tres primeros años de vida. Es el resultado de un desorden neurológico que afecta al funcionamiento del cerebro y que incide en 15 de cada 10.000 personas, lo que supone entre 1.000 y 2.000 afectados en la provincia de Valencia, incapacitando de por vida a quien lo padece.
El Autismo es cuatro veces más común en niños que en niñas, pero no conoce barreras raciales, étnicas ni sociales. En nada interviene el nivel económico, cultural o estilo de vida de la familia. Tampoco surge a consecuencia de maltrato, desapego o carencia de relación familiar, aunque influyan negativamente en su educación posterior.
El síndrome autista -aunque se manifiesta en diversos grados- incapacita de por vida a quien lo padece.
Se caracteriza por dificultades especificas de la persona, que a continuación se relacionan:
En el ámbito social:
Puede manifestarse con aislamiento o indiferencia, pasividad o iniciativas inadecuadas con los demás. También suele haber dificultades para jugar o interactuar con otros, así como un déficit marcado para entender y compartir emociones.
A nivel comunicativo:
Más del 50% no habla ni lo compensa intencionadamente con la mirada, expresiones faciales o gestos, y quienes hablan suelen hacerlo de forma literal, sin matices, repitiendo palabras o frases pero ignorando a su interlocutor.
En el aspecto cognitivo y perceptivo:
Tienen dificultades de imaginación y juego simbólico, manejando los objetos y juguetes de forma inapropiada, a repetir movimientos físicos o gestos autoestimulativos, a padecer fobias o miedos ante causas inusuales, o mantener conductas rituales. Con frecuencia toleran mal los cambios tendiendo a la rutina.
En muchos casos, a lo anterior se asocia un nivel variable de retraso mental que puede aumentar sus dificultades.
¿Qué se debe hacer?
Establecer un diagnóstico esmerado tan pronto como se observen los primeros síntomas.
Aplicar un tratamiento personalizado desde el principio (atención temprana), avanzando en los programas de rehabilitación durante todo el tiempo en el transcurso de su vida, para desarrollar al máximo sus capacidades.
Prestar servicios de apoyo a las familias que les permita convivir con la persona afectada y ser un vehículo eficaz para lograr su integración y potenciar su autonomía.
“No me invadas excesivamente. Respeta las distancias que necesito, pero sin dejarme solo.”
“Mi conducta no es contra tí. Cuando tengo una rabieta o me golpeo, si destruyo algo o me muevo en exceso, cuando me cuesta atenderte o hacer lo que me pides, no estoy tratando de hacerte daño.”
“Haz un esfuerzo por entenderme ya que a mí me resulta más dificil comprenderte. Puedo llegar a ser tu mayor y mejor compañía.”
“No probéis fármacos conmigo. Si he de tomar medicación que la revise el especialista.”
“Nadie tiene culpa de lo que me pasa. Además, no sirve de nada que os culpeis unos a otros.”
“Pídeme cosas que puedo hacer. Dame ayuda para ser más autónomo, para comprender mejor, para comunicarme mejor, pero no te excedas en tu ayuda. Acéptame como soy. Mi situación normalmente mejora, aunque por ahora no tenga curación.”